Los proyectos empresariales nunca están exentos de riesgo. En muchas ocasiones, no salen como esperamos o queremos. Es más, puede darse el caso de que se nos presente cualquier inconveniente que lleve a nuestro negocio a la ruina.
La crisis bancaria e inmobiliaria iniciada en 2008 nos hizo darnos cuenta de lo inestable que es nuestro sistema de valores socioeconómicos. Esto provocó que, varios años después, sigamos sufriendo un clima de miedo e incertidumbre ante el nacimiento de nuevas empresas. Estamos ahora en un momento de rebote, pues las predicciones conducen a un nuevo estallido de la economía que parece que va a tener, como consecuencia, nuevas quiebras económicas.
Teniendo en cuenta el proceso habitual a la hora de afrontar una pérdida, es necesario por pasar por una serie de fases principales.
Afrontar la quiebra
Lo primero que hay que hacer para poder recuperarnos de una quiebra económica, es afrontar las circunstancias que se están dando en nuestra empresa. Probablemente experimentemos una desazón, desgana y sentimiento de culpa que hemos de agunatar y combatir.
Hay que tener cuidado con alguna de las consecuencias que puede acarrarear una pérdida como, por ejemplo, la depresión. Es posible que comience incluso antes de declararnos insolventes aunque lo viéramos venir. No importa cómo hemos llegado hasta esta situación sino que hay que pensar de ahora en adelante en el presente y futuro.
Por duro que parezca, hemos de evaluar la etapa que estamos atravesando. Por un lado, ser conscientes de las deudas que tenemos y a cuánto dinero equivaldrían. También, hemos de tener en cuenta los procesos legales y judiciales a los que vamos a tener que enfrentarnos. Más tarde, podemos presupuestar cuál es el mínimo de gastos que podemos asumir y elaborar un plan de recuperación.
La recuperación
El punto clave de este proceso es darse cuenta de que nuestro valor como personas sigue siendo el mismo, permanece intacto. Todo lo que podamos haber perdido con el dinero, se puede recuperar con el mismo sistema.Las formas de negación del problema son sólo un obstáculo que no nos permite avanzar hacia una solución efectiva. Una vez desarrollado el plan de recuperación, debemos ser disciplinados con él.
Cualquier solución al problema va a estar fuera de nuestra zona de confort, pero hemos de ser conscientes de ello. Gestionar bien la carga de incertidumbre que acarrean los posibles remedios es fundamental para poder ponerlos en marcha. Una recomendación es contar con un fondo de emergencia. Éste nos ayudará a solventar los gastos fijos de tres a seis meses.
Cabe resaltar que pasar por una quiebra no nos hace peores personas ni es motivo de vergüenza. Dirigir un proyecto empresarial no es una tarea sencilla y, por eso, hemos de pedir ayuda cuando la necesitemos. Apoyarnos en nuestro familiares y amigos hará toda esta etapa mucho más llevadera. Normalmente, declarar una bancarrota es considerado como una humillación por parte de los emprendedores, pero lo cierto es que también es una nueva oportunidad de renacimiento.